Europa ha demostrado ser resistente en un período turbulento de múltiples crisis, que han empujado a la región a reinventarse a sí misma. Impulsada por la invasión a Ucrania y la emergencia climática, las políticas de la UE deben avanzar sin descuidar las metas climáticas. Satisfacer las necesidades energéticas en este contexto implicará una combinación de tecnologías nuevas y existentes. Una vez más, debemos ajustar nuestra autopercepción, esta vez haciendo un balance de la infraestructura existente, ampliando las opciones disponibles y aprendiendo a medir la eficiencia de los sistemas por sus ciclos de vida completos.
Los desafíos que se avecinan requieren una política más matizada y la coordinación de varias tecnologías complementarias. Con la medición inclusiva de sistemas completos, podemos aprovechar los beneficios de los gases renovables sobre sus contrapartes fósiles, en lugar de igualarlos a todos en el tubo de escape. Los efectos de tal cambio de perspectiva se reflejarían en reducciones inmediatas de las emisiones de CO2 y representarían una gran mejora en comparación con la relativa falta de progreso en las emisiones de CO2 en el transporte en los últimos 20 años.
De la misma forma, es importante dejar la puerta abierta para que cada región y sector persiga la descarbonización de acuerdo a sus necesidades y recursos disponibles. El biometano, por ejemplo, es una solución factible utilizada con la infraestructura existente en la actualidad y que aún muestra un potencial increíble para descarbonizar el sector del transporte. Darle un impulso a la expansión del bio-GNL y el bio-GNC ayudaría a cerrar la brecha entre los combustibles fósiles y las múltiples soluciones que se están discutiendo para el futuro.
Mantener tal diversidad de opciones energéticas es imperativo cuando se considera que diferentes sectores requieren diferentes tecnologías. Los camiones pesados y los barcos de aguas profundas, no pueden ser completamente electrificados. Esto significa que ciertas energías alternativas no estarán disponibles para algunos sectores de la misma manera que lo están para otros. Claramente, no existe una solución única para resolver la transición energética, por lo que la política de la UE debe tener en cuenta las necesidades de los diferentes sectores. Para los vehículos pesados, el biometano es una fuente prometedora y escalable que podría reducir hasta 42 millones de toneladas de CO2 para 2050, lo que permitiría otra ruta hacia la descarbonización del transporte que, de otro modo, no estaría disponible. Para lograr esto, un factor de corrección de carbono sería una herramienta legislativa útil para incentivar no solo la expansión del biometano y su infraestructura, sino también otras opciones de descarbonización.
Esta diversidad de soluciones debe realizarse plenamente para que Europa gestione y descarbonice sus complejas necesidades energéticas de forma más rápida y eficiente. Solo en Alemania, una media docena de plantas de biometano líquido, así como más de 100 estaciones de servicio, estarán en marcha el próximo año, lo que permitirá una reducción en la huella de carbono de 100.000 a 700.000 toneladas de CO2. Este es un gran progreso, pero si queremos reducir las emisiones en todos los ámbitos, es crucial para la descarbonización un impulso similar en toda Europa mediante el uso y expansión de las tecnologías existentes.
Además de ser el presidente de NGVA, formo parte del directorio de Eurogas. En este momento tan crítico de la legislación de la UE, me complace ver que las dos asociaciones trabajan juntas cada vez más. A través de aportes constructivos a los debates de política energética, los miembros de las dos asociaciones harán avanzar el trabajo, abogando por soluciones viables y pragmáticas, como un factor de corrección de carbono. Al concentrarnos en una política factible para descarbonizar la red de gas y sus usuarios finales, somos fuertes juntos y estamos decididos a llevar a Europa hacia adelante.
Timm Kehler
Presidente de NGVA Europe